miércoles, 27 de febrero de 2013

Por fin naranja

El torneo de baloncesto universitario de la NCAA es un olimpo en el que más de trescientos de equipos universitarios compuestos por prometedores adolescentes y veinteañeros compiten por alzarse con el primer pedazo de gloria, en ocasiones el único, de sus carreras deportivas en un sistema de competición algo complejo para los ajenos en la materia. En sus setenta y cinco ediciones, apenas una décima parte de los equipos participantes ha logrado hacerse con el trofeo que les acredita como los mejores de la temporada, 35 universidades entre las que destacan UCLA con 11 títulos y Kentucky con 8.

Sin embargo, hay campeonatos que sirven como redención y reivindicación del trabajo realizado por un equipo en su larga andadura, aunque esas victorias queden apenas como una isla en medio del inmenso mar de la historia de éxitos de otros contendientes. Ése fue el sorprendente caso de los Syracuse Orange Men en la temporada 2002/2003. Y es que, a pesar de ser un equipo con cierta tradición y resultados más que aceptables en los últimos años, su entrenador, Jim Boeheim, por aquel entonces con más de 25 temporadas de experiencia en la misma universidad, comenzaba a pensar que había un cierto gafe, a pesar de haber disputado el partido definitvo de la Final Four en 1987 y 1996. Además, aquella campaña no se presentaba muy halagüeña con una plantilla compuesta por cuatro freshman debutantes en la competición y otros tres jugadores de segundo año.

Las cosas que suceden en la cancha pocas veces tienen que ver con la lógica simplista y sí con el trabajo y las sensaciones que se crean sobre el parqué. Además, el hecho de que uno de los novatos del equipo fuera un tipo llamado Carmelo Anthony, que se metió al equipo y a su afición en el bolsillo desde el primer salto inicial, también facilita la labor del entrenador de la universidad neoyorkina.

De este modo, los de Boeheim pudieron mejorar los registros de los años anteriores, también positivos, incluso de las temporadas en las que el equipo se había metido en la Final Four al final del curso, con 13 victorias en el Big East y un total de 30 al completar la temporada. A ello ayudó una cierta disciplina defensiva inculcada por el entrenador y unos buenos porcentajes de cara a canasta, con más de 80 puntos de promedio anotador. Y es que, además de Carmelo, que promedió 22,2 puntos y 10 rebotes en todo el campeonato, los ‘hombres naranjas’ de Syracuse contaban con una eléctrico base freshman sin miedo a afrontar tiros importantes, Gerry McNamara (13,3 puntos y 4 asistencias), y un prometedor ala-pívot de segundo año que fue el encargado de liderar la escuadra hasta el despunte de Anthony, Hakim Warrick (11,8 puntos y 8 rebotes), además de la experiencia del más antiguo del equipo, el alero Kueth Duany (11 puntos).

A pesar de las buenas sensaciones de la primera parte de la temporada, Syracuse no pudo completar su temporada casi perfecta ganando los Play-Offs de su conferencia, aunque los resultados durante la primera fase, con solamente tres derrotas, suponía una clasificación directa para el torneo de la NCAA, en el que compiten las mejores 64 universidades de todo el país. A estas alturas de la partida, el equipo ya era consciente de sus posibilidades, por lo que las primeras eliminatorias no supusieron un gran problema, gracias a un nivel de concentración y trabajo fruto de la personalidad ed Boeheim. Manhattan, por 11 puntos, y Oklahoma State, por 12, fueron las dos primeras víctimas de los neoyorkinos, todo un logro para un equipo que el año interior ni siquiera había entrado en el March Madness de la National Collegiate Athletic Association. Sin embargo, no todo iba a ser una alfombra roja para el equipo capitaneado por Carmelo Anthony, que se topó en las semifinales del torneo regional con la universidad de Auburn, quien le puso las cosas algo más difíciles y terminó perdiendo únicamente por un punto. El partido que daba paso a la Final Four y otorgaba el campeonato regional del Este destacó por los nervios de ambos equipos, que no se mostraron muy acertados de cara a canasta, y, finalmente, por una mayor seriedad de Syracuse, que se deshizo de Oklahoma con una diferencia de 16 puntos.

La Final Four
El objetivo, aquel que parecía tan lejano a principio de temporada dada la inexperiencia de la plantilla y los resultados mediocres de los años anteriores, estaba cumplido y el viaje al SuperDome de Nueva Orleans era un hecho. Allí se medirían a tres de los equipos más potentes del país. Los grandes favoritos eran los Texas Long Horns, una plantilla de no mucho relumbrón en cuanto a nombres pero con un juego bastante sólido, y los Kansas Jayhawks, que explotaba el dominio interior de Nick Collison y la buena mano de Kira Hinrich. El tercer equipo en la lucha por la gloria nacional universitaria eran los Goleen Eagles de Marquette, liderados por Dwayne Wade y con Steve Novak saliendo desde el banquillo.

La primera de las semifinales se decidió bastante pronto, con los de Kansas maniatando a Wade y consiguiendo una ventaja de 29 puntos al descanso y 33 al final del partido contra Marquette. El segundo partido clasificatorio fue más disputado y destacó por las frecuentes rachas de ambos equipos, que fueron distanciándose y acercándose en el marcador durante todo el partido. Los neoyorkinos ganabn de 3 al descanso, y llegaron a disponer de rentas de más de 10 puntos durante el segundo tiempo, aunque los texanos se reivindicaron como favoritos y se pusieron a 4 a pocos minutos para el final. Sin embargo, dos triples consecutivos de McNamara, que acabó con 19 puntos, fijó la diferencia final en 11 puntos, conviertiendo al joven base en la estrella del partido junto a Carmelo Anthony, que anotó 33 puntos.

La final también empezó bastante igualada, pero el deseo de Carmelo y los suyos, a los que se unió como protagonista inesperado el pívot Craig Forth, consiguieron llegar al descanso con 11 puntos de ventaja. Sin embargo, el empuje de Collison, que acabó expulsado en el último minuto con 19 puntos y 21 rebotes, y un mayor acierto de Keith Langford y, sobre todo, Hinrich, consiguieron poner el partido en un puño, a 3 puntos a falta de apenas unos segundos. Además, todo se encaminaba hacia un final tranquilo con una falta sobre Warrick. Sin embargo, el que había sido sostén del equipo durante buena parte de la temporada falló el primero… y el segundo. Y los Jayhawks se echaron al ataque, moviendo el balón de forma apresurada pero, finalmente efectiva, encontrando en la esquina a Michael Lee.

Jim Boeheim veía como se acercaban los fantasmas del pasado, el recuerdo de cómo en 1987, en aquel mismo estadio de la ciudad de Nueva Orleans, Keith Smart anotaba un triple prácticamente sobre la bocina para dar la victoria a los Indiana Hooshiers después de que los Orange Men fallaran dos tiros libres que podrían haber hecho inalcanzable la ventaja de los de Syracuse. Sin embargo, Warrick, el que podría haberse convertido en el villano del partido, volvió a reclamar los focos sobre sí al salir de la nada para taponar el tiro desde la esquina. Balón fuera. Apenas unas décimas de segundo. Mal tiro de Kansas. 81-78.

Este tapón cargado de emotividad es la imagen que queda en los aficionados de Syracuse de una noche en la que McNamara volvió a liderar y dirigir al equipo con maestría y Carmelo Anthony firmó una de sus mejores actuaciones, con 30 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias, unos números que bien valen su designación como Most Outstanding Player de la competición. Recientemente, y coincidiendo con el décimo aniversario de este éxito deportivo, el actual alero estrella de los New York Knicks ha visto retirado el dorsal 15 que vestía durante su única exitosa temporada en esta universidad.

Diez años después
La racha gloriosa de los naranjas no se prolongó mucho más, consiguiendo algunas clasificaciones para el torneo de la NCAA en los siguientes años, aunque con un importante descenso en sus prestaciones con la marcha a la NBA de Anthony aquel mismo verano y Warrick dos años después., ley de vida en los equipos universtarios. El resto de compañeros fueron repartiéndose por las distintas ligas profesionales y semi-profesionales de los Estados Unidos, además de aventuras europeas que, a excepción del caso de McNamara en Grecia y de Matt Gorman en la poco competitiva liga británica.

Desde entonces, Boeheim no ha conseguido volver meter a su equipo en la Final Four, aunque los resultados han sido positivos y el baloncesto sigue siendo una de las tradiciones de la universidad de Syracuse. Este año, en el décimo aniversario de su mayor éxito, los de Syracuse tienen complicada su clasificación para el torneo de la NCAA, a no ser que ganen los Play-Offs de la conferencia Big East, que se celebrarán entre el 12 y el 16 de marzo en el Madison Square Garden de Nueva York. La plantilla, entrenada aún por Boeheim con McNamara como asistente, cuenta entre sus principales activos a los poderosos aleros C. J. Fair y James Southerland y el base Brandon Triche, todos ellos con promedios de alrededor de 14 puntos por partido.

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