Muchos son los jugadores que, después de muchos años de
carrera, son recordados por sus buenos números en una única temporada, su
actuación decisiva en un partido o, en más casos de los que uno pudiera pensar,
por una única jugada, un movimiento acertado en el momento más álgido de la
temporada. El semigancho de Printezis en la Final Four de 2012 o el triple de
John Paxson en el sexto partido de la Finales de 1993 son buenos ejemplos de
cómo un jugador sin la aureola de estrella toma el protagonismo en los momentos
más calientes y queda inscrito para siempre en la historia del baloncesto o de
un determinado equipo.
Una de las cunas más importantes del deporte de la pelota
gorda en España, el Joventut de Badalona, ha tenido decenas de héroes a lo
largo de sus 80 años de vida. Sin embargo, el extranjero que más ha calado en
la hinchada verdinegra se ganó su ascenso a los cielos de la Penya precisamente
por estar acertado en el momento indicado. Cornelius Allen “Corny” Thompson
siempre fue un gran profesional y un tipo integrado en la vida del Joventut,
pero hizo falta un lance definitivo del juego para que el club llegara al
máximo clímax de su historia deportiva y el orondo ala-pívot se convirtiera
para los restos en el único en quedar inscrito en los páginas más gloriosas del
club y de su siempre mitómana afición. Y eso ocurrió hace 20 años.
Buscando un lugar
Mucho antes de que historia verdinegra se viera alterada
para siempre por este orondo pívot de 202 centíemtros, Thompson era un prometedor
jugador de instituto en la pequeña ciudad de Middletown, en Connecticut, que
dominaba con cierta solvencia el campeonato local, lo que le valió una beca de
estudios en la universidad local, la UConn, donde también fue el líder de los
Huskies. A pesar de ello, y de unos movimientos bastante dignos en el poste
bajo y un mano más que aceptable, su estatura no le hizo del todo apetecible
para las franquicias NBA, por lo que tuvo que esperar hasta la tercera ronda
del draft de 1982, el de James Worthy y Dominique Wilkins, para ser
seleccionado por los Dallas Mavericks en el puesto 50.
Al haber recalado en un equipo de creciente creación y con
dos temporadas poco menos que desastrosas, Corny pudo dar el salto al
profesionalismo, si bien no contó con muchos minutos, por su escaso cartel y por
su difícil adaptación a los puestos interiores, ya fuera por su escasa estatura
o por su movilidad no excesivamente rápida. Así, su paso por el equipo texano
se saldó con 44 partidos disputados con medias de cerca de 3 puntos y 3 rebotes
en una decena de minutos de juego. Podría haber seguido deambulando por
banquillos de todo Estados Unidos durante más de una década para vivir una
carrera sin pena ni gloria, pero quiso la fortuna, mala en principio aunque
gloriosa a la postre, que, antes de iniciar su segunda temporada en la NBA,
Thompson sufriera una importante lesión de rodilla que hizo temer por la
continuidad de su carrera. Aunque el pronóstico finalmente fue algo más
favorable, los Mavericks le eliminaron de la plantilla para no esperar su
recuperación y previendo una pérdida de potencia de sus capacidades físicas, ya
de por si poco exuberantes. Más de medio año después, Corny volvió a las
pistas, aunque en la ‘segunda división’ estadounidense, la CBA, donde cuajó
buenas actuaciones en los Detroit Spirits, con más de 15 puntos y 10 rebotes de
promedio.
Estrella en Europa
Con las puertas de la NBA prácticamente cerradas para
siempre, sus buenas actuaciones en el obligado exilio en esta competición le
abrieron las puertas de la mejor opción para los jugadores norteamericanos que
no tenían cabida en la NBA, ya fuera por cuestiones físicas, técnicas o
disciplinarias. Y así recaló en Europa, en uno de los baloncestos más
competitivos y poderosos en lo económico de la década de los 80, la Lega
italiana. El destino fue uno de los históricos del pallacanestro, el Varese, donde coincidió a lo largo de seis
temporadas con otros interiores de cierto renombre internacional, como los
propestos NBA Mark Acres y Larry Micheaux o el ídolo nacional Stefano Rusconi.
Con actuaciones que frecuentemente superaban los 20 puntos y los 10 rebotes,
Corny consiguió hacerse imprescindible en el equipo de Varese y aplacar las
dudas sobre su rendimiento tras la lesión. Puede que, con 2,02 y un físico orondo,
no pareciera un jugador determinante en la pintura, pero su bueno juego de pies
y una muñeca que le permitía alejarse del aro propiciaron que se convirtiera en
una estrella europea.
En este ínterin, el Joventut intentó entrar en la vida de
Corny en varias ocasiones, si bien su elevado caché, el correspondiente a un
interior estadounidense que promediaba esos números, y cierta indecisión por
parte de la directiva verdinegra, tanto en lo que a la decisión de dar el paso
definitivo como sobre las cuestiones económicas, no permiten culminar el
fichaje, trayendo a Badalona a otros refuerzos de menor cartel como Joe
Meruweather, Earl Jones o Mike Schultz. Mientras tanto, Thompson sigue en su
línea, si bien no consigue llevar a su equipo a ningún título, sino solamente a
varias finales de la Lega (1990), la Copa de Italia (1985 y 1988) y la Copa
Korac (1985).
Éxito verdinegro
En la temporada 1990/91, la cosa cambió. El Joventut de
Badalona por fin había logrado un título, la Copa Korac, después de deambular
por todo tipo de finales. El dinero del banco Banesto, a través del centro
comercial Montigalà, llegó al club verdinegro, unido a la mala noticia de la
bajada del rendimiento de Reggie Johnson, principal baluarte interior del club
en los últimos años, por lo que tocaba rastrear el mercado en busca de un buen
sustituto y rascarse el bolsillo para no bajar el nivel de la plantilla era
obligatorio. Así llegaron al equipos dos de los extranjeros más recordados de
su historia, el atlético alero Harold Pressley, campeón de la NCAA con
Villanova y suplente consolidado en los Sacramento Kings de la NBA, y el
deseado Corny. Junto con hombres de la casa como Jordi Villacampa, los hermanos
Jofresa o Juanan Morales, la Penya de Lolo Sainz ya tenía equipo más que suficiente
para competir con los futboleros.
A pesar de las buenas perspectivas que daban sus números y
sus referencias en Italia, las primeras reacciones de la afición y la directiva
del Joventut no fueron demasiado optimistas. Se criticaba su lentitud y su reducida
movilidad, así como una tendencia preocupante a alejarse del aro, por detrás de
la línea de 3, en muchos lances del partido. Sin embargo, su profesionalidad,
su buen talante y unos movimientos inteligentes en el poste bajo hicieron
pronto entrar en razón a la familia verdinegra. Además, con la presencia en el
equipo de cañoneros como Villacampa y Pressley y jugadores perfectamente
capaces de generar puntos, como Morales, Ferrán Martínez o los Jofresa, su peso
en ataque no era tan grande como en la etapa italiana. Con estos mimbres, y con
una aportación de 13,8 puntos y 7,6 rebotes por noche de Thompson, el Joventut
firma un inicio arrollador con 13 victorias seguidas, si bien tiene un cierto
bajón de forma a mitad de temporada que le apea de la Copa Korac en
semifinales. El equipo se recuperó para el tramo final de temporada, llegando a
los playoffs en buena forma. Quemando etapas, y con Corny ampliando sus
prestaciones hasta 16 puntos y 9,8 rebotes, la Penya se planta en la final
frente al Barça, otrora bestia negra, pero que esta vez sucumbe en cuatro
partidos, dos ganados brillantemente por los verdinegros en casa, uno para los
balugrana llevado hasta la emoción extrema del último segundo y el último
culminado con un robo y un contraataque de Tomás Jofresa a escasos segundo del
final.
Los demonios del Joventut se iban despejando gracias a la
confección de una ilusionante plantilla, a la que se incorporaba otro querido
foráneo verdinegro, Mike Smith. A pesar de ello, las sensaciones al principio
de la siguiente temporada son contrapuestas: tres derrotas en liga, debut
arrollador en la Liga Europea (anteriormente Copa de Europa, posteriormente
Euroliga) con 8 victorias y competencia hasta el último segundo en el partido
de exhibición ante Los Angeles Lakers subcampeones de la NBA en el Open
McDonalds de París. La afición verdinegra estaba ilusionada con su equipo,
aunque otro bajón mediada la temporada empezó a hacer temer por el resultado
final curso. Thompson, ya conocido como “papi” o, incluso, “el abuelo” entre
los seguidores, mantuvo su nivel con 13,6 puntos y 9,8 rebotes para llegar con
opciones en todas las competiciones. De hecho, contra todo pronóstico, la Penya
y el Estudiantes se cuelan en la Final Four de Estambul. Si los colegiales no
fueron capaces de competir en tan deslumbrante escenario, la Penya sí se las
ingenió para calarse en la final, si bien los irreductibles partisanos de Belgrado (y de Fuenlabrada) dirigidos por un neófito Zeljko Obradovic se
llevaron un partido poco brillante decidido por una de esas jugadas que quedan
para siempre en la retina, el triple en escorzo de Shasha Djordjevic. El sabor
se tornó agridulce en la temporada gracias a un nuevo triunfo doméstico, esta
vez contra el Real Madrid y tras cinco partidos extenuantes que dejan la
rodilla de Thompson bastante maltrecha.
La racha se va frenando
Dos exitosos años para la Penya y para Corny. Sin embargo,
tras pasarse los efectos de la locura olímpica generada en toda España, los
patrocinadores se retiran y/o rebajan sus aportaciones. A pesar de ello, el
Joventut consigue mantener gran parte de su estructura, algo que a Thompson le
cuesta cada vez más, bajando su aportación a 9 puntos y 6,8 puntos. La Liga
Europea se escapa bastante pronto y las competiciones domésticas cada vez se
encaran con mayor dificultad, sobre todo teniendo en cuenta la incorporación al
Real Madrid de Arvydas Sabonis. A pesar de ello, se repite la presencia en la
final de la Liga, al igual que en la de la Copa del Rey, aunque ambos títulos
van a parar a las vitrinas blancas.
Las apreturas económicas, la pujanza de los futboleros y el envejecimiento de la
plantilla no eran buenas circunstancias para iniciar una nueva temporada. A
pesar de ello, el Joventut hizo una maniobra de prestigio en el mercado y
contrató a Zeljko Obradovic, joven entrenador pero con el suficiente carisma y
éxito como para intentar guiar la nave verdinegra. Harold Pressley ya había
salido del equipo y Corny se mantuvo en el plantel ya que le restaban dos años
de contrato y el club no quería afrontar los gastos que suponía su despido, a
pesar de que el rendimiento había bajado. La conexión con la granda no fue muy
buena, debido a que Obradovic ralentizó el juego verdingro, buscando minimizar
sus errores y sacar partido de jugadores experimentados, pero las victorias
iban llegando. Sin el brillo ni la superioridad del pasado, pero llegaban. Así,
sin hacer ruido, el Joventut se cuela en los cuartos de final de la Liga
Europea, aunque toda parece indicar que el Real Madrid de Sabonis y Joe
Arlaukas, el equipo más en forma de la competición continental y nacional,
podrá deshacerse con facilidad de los verdinegros. Sin embargo, la Penya
aprovecha sus bazas y consigue llevar la serie al tercer partido, en el que
Corny, consciente de lo que supone, saca su mejor versión y olvida sus
problemas de rodilla para dar una lección de juego al poste bajo a un jugador
más joven y con un físico y una técnica a priori superiores. Victoria
inesperada sobre el papel y viaje a Tel Aviv asegurado.
Un premio inesperado a una temporada bastante medriocre,
sobre todo analizando los años anteriores. Quizás por ello, el Joventut podía
permitirse viajar hasta Israel sin tantas presiones como el Barça de Aíto
García Reneses o los dos aspirantes griegos, Olympiakos y Panathinaikos. En las
semifinales, los verdinegros jugaron con gran fluidez, sobre todo en el segundo
tiempo, gracias al acierto en el tiro exterior que se impuso a la defensa
blaugrana con 14 puntos de diferencia final. El partido entre los vecinos atenienses
se lo llevaron los rojos en un ‘combate a los puntos’.
Una cita con la historia
El día había llegado. 21 de abril de 1994. La Mano de Elías
de Tel Aviv. El partido es lento, porque Obradovic así lo quiere, y el
entrenador rival, Iannis Ioannidis, tampoco le quitaba la razón. A pesar de
ello, se llega al descanso con empate a 39 gracias a la buena mano de los
interiores verdinegros, que se salían de la zona para no tener que vérselas con
el poderío físico de Roy Tarpley, Panagiotis Fassoulas, Giorgios Sigalas y
Zarko Paspalj. El segundo tiempo, mucho más lento y, además, con mucho menos acierto. A falta de 7 minutos, la ventaja para los griegos era de 5 puntos.
Cuatro minutos después, el marcador apenas se había movido: +4 para el
Olympiakos. Con 57-53, Paspalj falla dos tiros libres, aunque el Joventut no
consigue anotar en un enrevesado ataque de más de 25 segundos. De nuevo en la
otra canasta, la defensa asfixiante sobre las líneas de pase hace que Tarpley
no pueda coger un pase. Posesión para la Penya, que vuelve a mover y mover el
balón hasta que, por fin, llega a Villacampa, que anota un triple que aprieta
aún más el marcador. En el ataque griego, la pelota es amasada por Milan Tomic
hasta que consigue conectar con Fassoulas, que no es capaz de imponer su
superioridad en altura y falla a escasos centímetros de la canasta.
Nuevamente, el Joventut no tiene muy claro que hacer con la
bola, que viaja de mano en mano con Mike Smith como único jugador que busca la
canasta. Casi se acaba la posesión, pero Ferrán consigue lanzar un triple.
Fallo, pero rebote de Villacampa. Otra circulación sin ideas de balón, que
acaba nuevamente en manos del pívot, esta vez en la zona, que vuelve a fallar,
aunque Mike Smith coge el rebote. 35 segundos y la zona parece tapiada y la
canasta tiene una tapa puesta. El balón vuelve a volar entre las manos de los
verdinegros, aunque Smith decide coger el toro por los cuernos.
Y llega la jugada definitiva. El alero norteamericano ntenta
zafarse de su par tras un bloqueo de Corny, pero los dos marcadores se van con
él y tiene que sacar el balón a Rafa Jofresa. El base canterazo mira a su
izquierda, donde ve al orondo pívot de Connecticut que no se había movido tras
el bloqueo anterior. Recibe y, sin mover los pies, lanza, sin más oposición que
la lejana llegada de Tarpley. (En mis recuerdos de niño, ruge Quedan 12
segundos. Dos puntos arriba.
El resto es historia. Una falta de Mike Smith intentando robar el balón
a Paspalj a 4,8 segundos del final. El fallo, uno más, desde la línea del
corpulento pero poco aplicado alero yugoslavo. El rocambolesco rebote en
ataque. El reloj que no se pone en marcha. Un nuevo fallo a escasos metros de
la canasta del Olympiakos. Y la cita con la gloria de uno de los clubes
imprescindibles en la historia del baloncesto nacional.
Después de la gloria
La carrera de Corny Thompson ya había empezado un lento declive en la Penya, por lo que, a pesar del ser el héroe de aquella final, el Joventut prescidió de sus servicios y el pívot decidió exprimir el poco baloncesto que le quedaba sus rodillas un par de temporadas más en el Baloncesto León, equipo de la ACB que, por tanto, le permitió regresar a Badalona al menos una vez al año para recibir el cariño de aquellos que, un día de primavera, fueron un poco más felices gracias a un pequeño giro de muñeca, y del destino.
Después de la gloria
La carrera de Corny Thompson ya había empezado un lento declive en la Penya, por lo que, a pesar del ser el héroe de aquella final, el Joventut prescidió de sus servicios y el pívot decidió exprimir el poco baloncesto que le quedaba sus rodillas un par de temporadas más en el Baloncesto León, equipo de la ACB que, por tanto, le permitió regresar a Badalona al menos una vez al año para recibir el cariño de aquellos que, un día de primavera, fueron un poco más felices gracias a un pequeño giro de muñeca, y del destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario