La desaparición de los Seattle SuperSonics en el año 2008
fue una triste noticia para los seguidores del deporte de la ‘pelota gorda’,
mucho más cuando se conocieron algunos de los tejemanejes que hubo tras ese
operación empresarial. Sin embargo, apenas cuatro años después de que el balón
dejara de botar sobre el parqué del Key Arena, los aficionados de la ciudad
portuaria del estado de Washington podrían estar de enhorabuena. El
ayuntamiento de Seattle ha llegado a un acuerdo con unos inversores privados
para llevar a cabo la construcción de un nuevo pabellón para baloncesto y
hockey sobre hielo en una zona cercana a los estadios de los equipos de fútbol
americano y béisbol de la ciudad, los Seahawks y los Mariners.
La operación se estima en unos 490 millones de dólares, de
los que las arcas públicas aportarán unos 200. Además de diversas condiciones
de explotación y futura compraventa o adquisición total de la infraestructura
por parte de los inversores, el acuerdo incluye un apartado de unos 40 millones
para mejorar las comunicaciones si el nuevo pabellón supusiera prejuicios al
tráfico de la zona. A pesar de que todo está en ciernes y que quedan varios
años de construcción antes de que el baloncesto vuelva a la ciudad del
‘grunge’, los aficionados han recibido con agrado este acuerdo, que tiene más
de negocio urbanístico que de amor por el deporte de la canasta, e incluso se
rumorea ya con la adquisición de alguna franquicia, como los Sacramento Kings,
en caso de que la NBA no cree nuevas plazas en la competición.
De este modo, los colores verde, blanco y dorado de los
SuperSonics podrían volver a hacer su aparición en las canchas de la Liga
después de que los aficionados de Seattle fueran desposeídos de su equipo tras
cuarenta años de historia. De consumarse todas las operaciones en marcha, algo que todavía se dilatará algunos años más, el
nuevo equipo conservaría su denominación de antaño y los dorsales retirados, acuerdo al que llegaron los actuales propietarios de la franquicia con las autoridades locales antes de su mudanza al Medio Oeste, y
sería la NBA quien tendría que decidir si los títulos y el historial de récords del club corresponderían al nuevo equipo de Seattle o a los ‘usurpadores’
Oklahoma City Thunder.
Cuatro décadas de baloncesto
En diciembre de 1966, un grupo de empresarios de la ciudad
de Seattle, encabezados por Sam Schulman, recibieron la noticia de que la
ciudad contaría con un equipo en la NBA. Ya en la siguiente temporada, la
1967/68, los Seattle SuperSonics, cuyo nombre se debe al proyecto de la
compañía Boeing de fabricar el primer avión supersónico, debutaron en la Liga
con un balance de 23 victorias y 59 derrotas liderados por Walt Hazzard. La
estrella de este primer año de vida de los Sonics fue traspasada a Atlanta
Hawks a cambio de una de las figuras capitales de esta franquicia tanto dentro
de la cancha como en el banquillo, Lenny Wilkens, que añadió a sus responsabilidades
de jugador de referencia la tarea de entrenador el año siguiente a su llegada.
Con la paulatina mejora de los resultados, el equipo de
Seattle fue haciéndose con nuevas piezas, como Spencer Haywood o Fred Brown,
que entraron en la plantilla en la primera temporada ganadora del equipo, la
1971/72, que concluyó con un balance de 47-35. A pesar de ello, tendrían que
esperar a la llegada de un nuevo entrenador, el mítico Bill Russell, para
clasificarse para los Play-Offs por primera vez en el curso baloncestístico
1974/75. De este modo, la franquicia de expansión fue convirtiéndose en menos
de una década en un habitual de la post-temporada, alcanzado su primero título
de Conferencia y, por tanto las Finales de la NBA en 1978, temporada de regreso
de Lenny Wilkens al banquillo después de un comienzo bastante irregular de los
de Seattle. A pesar de alcanzar esta ansiada meta, la de reivindicarse como uno
de los mejores equipos de la Liga, el esfuerzo no fue suficiente para doblegar a los Washington Bullets de Wes Unseld y “Big E” Elvin Hayes, a los que
exprimieron hasta alargar la serie a siete partidos.
Sin embargo, el tiempo no tardaría en darles la oportunidad
de vengarse de esa oportunidad perdida. En el curso 1978/79, los de Seattle mejoraron
su balance de victorias (52-30) hasta alcanzar el primer puesto de su
Conferencia, que entonces eximía de jugar la primera ronda eliminatoria. En los
Play-Offs, los Sonics se deshicieron con suficiencia de Los Angeles Lakers
(4-1) y con ciertos apuros de los Phoenix Suns (4-3) para alcanzar un nuevo
banderín de la Conferencia Oeste y el pasaporte a las Finales, una vez más
contra el equipo capitalino. En el primer partido en Washington, los Bullets
salieron muy concentrados, llegando al último cuarto con 18 puntos de ventaja,
si bien el empuje ‘supersónico’ empató el partido y fue un tiro de Larry Wright
sobre la bocina el que dio la victoria a los locales. Los de Wilkens no querían
que eso volviese a pasar, por lo que se aplicaron en controlar el ritmo del
segundo encuentro, sobre todo en la segunda mitad, consiguiendo romper el
factor cancha. Con la serie instalada en Seattle, los Sonics no dejaron escapar
ninguno de los dos partidos, aunque unos Bullets con el agua al cuello se lo
pusieron difícil en el cuarto encuentro, que se decidió por apenas dos puntos
en la prórroga con un tapón de Dennis Johnson a cuatro segundos para el final.
Finalmente, el Capital Centre de los Bullets fue el lugar en el que el equipo
formado por el joven pívot Jack Sikma, el polivalente base-escolta Dennis
Jonson (MVP de las Finales y posteriormente leyenda con los Boston Celtics), el
Sonic de por vida Fred Brown y el anotador Gus Williams se alzaron con el único título de “World champions” que cuelga del Seattle Center Colisseum, posteriormente
Key Arena.
A pesar del espaldarazo que el título nacional supuso para
los de Lenny Wilkens, el éxito le sería esquivo a la franquicia de Seattle. En
la siguiente temporada se mantuvo gran parte del núcleo duro del equipo y,
aunque con un ligero empeoramiento de los resultados, los Sonics consiguieron
meterse en la post-temporada y hacer su camino hasta la final de la Conferencia
Oeste, donde los Lakers, a la postre campeones, les eliminaron en cinco
partidos. Con esta derrota, el sueño llegaba a su fin, dando paso a una época
en la que el cambio de propietarios, el abandono de piezas clave como Wilkens o
Sikma y una cierta desorientación en la gestión deportiva hicieron caer a los
Sonics en la mediocridad. Ya a finales de la década de los 80, los de Seattle
verían un camino algo más luminoso, aunque aún lejano del éxito de 1979,
gracias a un equipo dominado por el ‘power trio’ de Xavier McDaniel, Tom
Chambers y Dale Ellis.
Sin embargo, para reverdecer laureles, hubo que renovar por
completo la plantilla y la dirección técnica. De este modo, entre 1989 y 1992,
los Sonics hicieron un esfuerzo por ir incorporando las piezas más importantes
del que será, en 1996, su tercer asalto al título de la NBA. En 1989, el recién
llegado será Shawn Kemp, ídolo de la afición de Seattle durante casi una
década, mientras que un año después hará su aparición uno de los bases más
imaginativos e intensos de las últimas décadas, Gary Payton. Para redondear una
escuadra dispuesta a ser importante en las siguientes temporadas, George Karl,
experimentado técnico a ambos lados del Atlántico, se sentó en el banquillo
desde 1992. Con estos mimbres, los Sonics fueron alcanzando los mejores
resultados de su historia durante la temporada regular, aunque con
participaciones desiguales en Play-Offs (final de Conferencia en 1993 perdida
ante los Suns y eliminaciones en primera ronda en 1994 y 1995).
Este periodo de ‘calentamiento’ hizo que el equipo
‘estallara’ en la temporada 1995/96. Después de los seis meses de competición,
los Sonics acabaron un balance de 64-18, el mejor de su historia, solamente
superado por el 72-10 de los Chicago Bulls de Michael Jordan. En la
post-temporada, el dúo Payton-Kemp no tuvo problemas para deshacerse de
Sacramento Kings (3-1) y Houston Rockets (4-0), a pesar de que defendían título
NBA. Los problemas llegaron en la final de Conferencia, en la que los potentes
Utah Jazz, que se colarían en las Finales de la NBA las dos temporadas
siguientes, les obligaron a llegar hasta el séptimo partido para hacerse con el
tercer banderín de campeones de la Conferencia Oeste y para acceder a la ronda
definitiva. En las Finales, los Sonics no pudieron derrotar a los triunfantes
Bulls en estado de gracia, aunque hicieron un papel más que digno ganando dos
de sus partidos en casa por diferencias de 21 y 11 puntos. Dirigidos desde la
banda por Karl y liderados por Payton y Kemp, aquella plantilla incluía algunos
de los grandes de la historia de la franquicia de Seattle, como el polivalente
alero alemán Detlef Schrempf, el veterano pívot Sam Perkins, el trabajador
base-escolta Nate McMillan y el eficiente escolta Hersey Hawkins, entre otros.
Como ocurrió después del título de 1979, el equipo fue
sufriendo un lento ocaso hacia una nueva era de mediocridad. A pesar de firmar
dos buenas temporadas alrededor de las 60 victorias en liga regular, los Sonics
ya no eran el equipo de moda y se veían castigados por encuadrarse en una
Conferencia Oeste que contaba con demasiadas plantillas potentes (Utah Jazz,
Houston Rockets, Los Angeles Lakers), sufriendo derrotas ante ellos en los
Play-Offs. Además, en los siguientes años, la franquicia ve cómo sus
principales pilares abandonan el barco entre 1998 y 1999 con la retirada de
McMillan, el traspaso de Kemp a los Cleveland Cavaliers o la renuncia de George
Karl, un proceso que se culminó en 2003 con la marcha de Gary Payton.
La travesía por el desierto que ha supuesto la NBA para los
Sonics desde finales de los noventa hasta su conversión en Thunder y su
traslado a Oklahoma en 2008 se ha visto jalonada por campañas desiguales en los
resultados, instalándose en una clase media de la Liga que no siempre aseguraba la clasificación para las eliminatorias de post-temporada. A pesar de ello, los de Seattle han firmado algunas temporadas exitosas, consiguiendo 52 victorias en 2004/2005, además de asegurarse la llegada de
algunos buenos jugadores que han hecho disfrutar a los seguidores del Key
Arena, como Ray Allen, Rashard Lewis, Brent Barry, Vin Baker o Kevin Durant. El
punto y seguido a la historia de más de cuatro décadas de los SuperSonics fue
la temporada con peor balance de su historia, un 20-62 que obedecía más a los
intereses de sus propietarios de trasladar la franquicia que al tradicional
espíritu de crecimiento y superación que ha caracterizado al equipo de Seattle.
La polémica mudanza
El traslado de la franquicia de Seattle a Oklahoma City
supuso un gran revuelo entre los aficionados al baloncesto, principalmente en
el estado de Washington, pero también en todo el mundo. La operación se inició
en octubre de 2006, cuando un grupo de inversores encabezado por Clayton
Bennett se hizo con la franquicia, lo que generó gran cantidad de rumores dado
que los nuevos propietarios no estaban instalados en la zona, sino que eran
naturales de Oklahoma. A pesar de ello, los nuevos gestores tranquilizaron a
los seguidores asegurando que el equipo permanecería en la ciudad y
comprometiéndose con el ayuntamiento de Seattle al uso del Key Arena durante
los siguientes años.
Sin embargo, Bennett pronto comenzaron a tensar las
relaciones con las autoridades locales pidiendo inversiones públicas para la
construcción de un nuevo pabellón, si bien la ciudad se había mostrado en
varias ocasiones reacia de acometer ese tipo de obras con anterioridad a
demanda de los anteriores propietarios. A pesar de que la negativa de
implicación pública era conocida desde tiempo antes de la compraventa de la
franquicia, los nuevos gestores se hicieron los sorprendidos por la decisión municipal
y, gracias a una temporada mala en lo deportivo y, por tanto, en las audiencias
televisivas y en la venta de entradas y ‘merchandising’, vieron razones
suficientes para cumplir sus planes de trasladar la franquicia a su ciudad de
origen, Oklahoma City, que casualmente estrenaba un pabellón financiado con
fondos públicos y de las empresas del grupo inversor.
La escasa ligazón de Bennett y los suyos con el equipo de
Seattle se muestra en que solamente se llevaron de esta ciudad la plaza en la
competición, creando una nueva franquicia con distintos colores y una nueva
denominación y dejando allí el nombre de SuperSonics, las banderolas de
campeones de Conferencia y de la NBA, unos colores con más de cuatro décadas de
tradición y seis números retirados, los de Gus Williams (1), Nate McMillan
(10), Lenny Wilkens (19), Spencer Haywood (24), Fred Brown (32) y Jack Sikma
(43).
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