Un partido perdido y un cuarto puesto no parecen el mejor
final para una de las generaciones más exitosas y vibrantes del baloncesto
internacional. Aunque exigieran la mejor versión de Andrei Kirilenko y Alexei
Shved antes de hincar la rodilla en un partido al que se agarraron como a un
clavo ardiendo, los jugadores de la selección argentina pueden estar diciendo
adiós a sus tiempos de gloria y verse obligados a afrontar un relevo
generacional postergado por los buenos resultados obtenidos. Y es que en la
última década, el ‘básquetbol’ se ha hecho con siete medallas y solamente es
una ocasión se han quedado fuera de la lucha por el podio en las grandes citas.
La elevada edad de algunos de sus máximos exponentes, como Emmanuel
Ginobili, con 35 años, o Luis Scola y Andrés Nocioni, con 32, puede hacer que
la infructuoso gesta que los argentinos intentaron en el North Greenwich Arena
de Londres, recortando la ventaja de la potente escuadra rusa para mantener sus
opciones hasta el final (81-77), se convierta en el último partido de un equipo
que ha mantenido su núcleo duro en casi todas las competiciones internacionales
desde 2002. Este más que probable epílogo fue una buena muestra de aquello que
la Generación Dorada argentina ha puesto sobre la marcha en estos diez años
gloriosos: talento individual, buen juego en equipo, garra en defensa y una
convicción más allá de lo humano en sus posibilidades, una fe inasequible al
desaliento cuando estos jugadores se agrupan juntos bajo la bandera
albiceleste.
La leyenda del ‘seleccionado’ argentino tuvo su punto álgido
en el año 2004, cuando se alzaron con el oro en los Juegos Olímpicos de Atenas
en un impresionante torneo en el que derrotaron con bastante solvencia a
Estados Unidos en las semifinales y no fallaron en la final ante Italia. Sin
embargo, los inicios de esta generación tuvieron lugar dos años antes, En
Indianápolis, cuando el equipo del Cono Sur se coló en la final del Mundial
contra una Yugoslavia en la cima de su juego, con baloncestistas de la talla de
Pedrag Stojackovic, Marko Jaric, Igor Rakocevic o Dejan Bodiroga. A pesar de la
derrota, la plata servía de prólogo para años de fuertes emociones y grandes
éxitos.
En esa primera experiencia, los grandes referentes de la
Generación Dorada, como Scola, Ginobili, Nocioni, Carlos Delfino y Fabricio
Oberto, eran los talentosos ‘novatos’ que llegaban a un equipo en el que
coincidieron con experimentados jugadores de la hornada anterior, como los rocosos
pívots Rubén Wolkowyski y Gabriel Fernández, el anotador Hugo Sconochini y el
telentoso base Alejandro Montecchia. Con estos buenos mimbres y buscando
aspirar a éxitos como la plata del Mundial, Rubén Magnazo volvió a confiar para
los Juegos Olímpicos de Atenas en la mezcla de experiencia y calidad de este
grupo de jugadores, que también incluía el cerebro organizador de Pepe Sánchez
y la espectacularidad de Walter Herrmann.
Después de alcanzar la gloria olímpica, algunas de las
estrellas de la albiceleste se tomaron un descanso en el Torneo de las Américas
de 2005, celebrado en Santo Domingo (República Dominicana), lo que sirvió para
que fueran tomando cierto protagonismo otros jugadores que también serán
habituales en las selecciones de los siguientes campeonatos, como Leo Gutiérrez,
convertido ahora en un tirador más que fiable; la torre Román González, el
eléctrico Paolo Quinteros o trabajadores como Juan ‘Pipa’ Gutiérrez, Hernán
‘Pancho’ Jasen y Federico Kammerichs. A pesar de no contar con sus mayores
talentos, este equipo B consiguió una meritoria segunda plaza jugando la final
contra Brasil, su gran rival por el dominio del baloncesto sudamericano.
La reválida de la Generación Dorada debía llegar en el
Mundial de Japón en 2006, cita en la que se reunieron las mejores armas de este
equipo y uniendo a la causa a Pablo Prigioni, uno de los mejores bases de la
última década. Sin embargo, después de un campeonato prácticamente inmaculado a
las órdenes de Sergio Hernández, los argentinos tuvieron la mala suerte de caer
en los dos últimos partidos, los que deciden las medallas. Primero, la
igualada, intensa y emocionante semifinal (75-74) contra una España en estado
de gracia que a la postre se alzó con el oro y, después, la lucha por el bronce
contra EEUU, selección herida por su derrota ante Grecia.
Sin Ginobili y Oberto aunque con el resto del grupo, la
albiceleste volvió a dar guerra en el siguiente campeonato continental.
Solamente EEUU, con la urgencia de ganar para clasificarse para los JJOO de
2008, pudo vencer al ‘seleccionado’ argentino en la final del Torneo de las
Américas, organizado en Las Vegas en el verano de 2007. Un nuevo metal, el
pasaporte al torneo olímpico de Pekín y la confirmación de Scola como un
anotador insaciable desde las cercanías del aro fueron algunas de las
conclusiones extraídas de este campeonato.
En los JJOO de 2008, Argentina volvió a confirmar su tercer
puesto en el ránking FIBA de selecciones con una medalla de bronce. Nuevamente,
todo el talento de la Generación Dorada acudió a la capital china para volver a
poner sobre el parqué la intensidad en ambos lados de la cancha que ha hecho
grande a este equipo. La piedra en el camino volvió a ser el Team USA, que
acudía al torneo olímpico herido por la derrota en Atenas y con un equipo
enormemente mejorado con respecto a 2004. La dolorosa derrota ante los
campeones finales fue enderezada un par de días después, derrotando a la
siempre correosa Lituania y pudiendo celebrar un metal en tierras chinas.
Ya por aquel entonces, se oían los cantos de la renovación
generacional del equipo y las dudas acerca de la continuidad de los éxitos dada
la menor proyección de la cantera argentina. A pesar de ello, y otra vez sin
contar con la presencia de dos de sus líderes, Oberto y Ginobili, y otros
talentos como Nocioni y Delfino, Argentina volvió a pelear con uñas y dientes
por mostrarse como uno de los mejores equipos del continente en el Torneo de
las Américas de 2009, acaparando una nueva medalla, en este caso de bronce. El
cruce con un Puerto Rico con gran presencia de jugadores NBA supuso el punto y
final para la albiceleste en este torneo, en el que también fueron de la
partida algunos concidos de la ACB como Leo Mainoldi, Diego Pérez o Carlos
Sandes.
La siguiente gran cita supuso la primera decepción para esta
Generación Dorada. Sin Ginobili y con Oberto aquejado de algunos problemas
físicos, Argentina superó con solvencia la primera fase y fue derrotada por
Lituania en los cuartos de final del Mundial de Turquía en 2010. A pesar de
ello, fue capaz de sobreponerse y vencer en los partidos restantes para quedar
como quinto clasificado en el campeonato. Fue un campeonato en el que los anfitriones y la joven hornada de jugadores serbios se colaron en las semifinales, ocupando el lugar antes reservado para Argentina y España, también eliminada en cuartos de final.
Con la clasificación para los JJOO en juego, Argentina se
presentó con sus mejores galas al Torneo de las Américas de 2011, celebrado en
casa, en la ciudad de Mar del Plata. Este campeonato se saldó con un
incontestable triunfo al final del mismo, ganando el partido definitivo a
Brasil después de un torneo prácticamente perfecto plagado de victorias. La mala noticia, quizá el prólogo a lo que parece que va a ocurrir un
año después, fue el adiós al ‘seleccionado’ de Fabricio Oberto, muy castigado
por su carrera en la NBA, un toque de atención de que la gloria no puede ser
eterna en el deporte de la pelota gorda.
La última embestida de los guerreros de la Generación Dorada
se ha producido en los JJOO de Londres, haciendo un buen papel durante la fase
previa y logrando una trabajada victoria ante Brasil para alcanzar las
semifinales. Otra vez ha sido EEUU la que ha evitado que Argentina alcanzara la
final y el potencial físico y baloncestístico de Rusia le arrebató la medalla
de bronce en un partido disputado. A lo largo del torneo, Julio César Lamas ha
tenido la oportunidad de ir dando minutos a dos jugadores llamados a recoger el
testigo de sus exitosos predecesores, el alero Marcos Mata y el eléctrico base
Facundo Campazzo.
¿La despedida?
Ahora se abre nuevamente el debate, como después de cada gran campeonato
desde 2009, del relevo generacional de Argentina. Sin embargo, en esta ocasión,
ante la creciente edad media del equipo y las declaraciones de algunos
jugadores acerca de futuras convocatorias, parece que puede llegar el final definitivo
de la Generación Dorada, cuyos grandes arietes, veteranos como Scola, Prigioni,
Ginobili o Nocioni, llegarían muy desgastados a los Juegos Olímpicos de Río de
Janeiro en 2016. Ojalá el baloncesto nos dé una última oportunidad de disfrutar
de este elenco en el Mundial de España en 2014...
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