La Final Four de la Euroliga demostró, una vez más, que lo
ético está por encima de lo estético. Olympiacos ha vuelto a alzarse con el
máximo título continental y lo ha hecho basando sus victorias en una concepción
de equipo más allá de las estrellas y en un trabajo incansable en ambos lados
de la cancha, sabiendo que lo más importante de este juego es el balón naranja.
La competitividad y la solidaridad son las bases de un equipo que, no exento de
talento baloncestístico, suplen la falta de brillo anotador con fundamentos y
virtudes que también suman. De hecho, suman tanto que ya van dos cetros
continentales consecutivos.
Para llevarse la tercera Euroliga de su historia, los del
Pireo tuvieron que enfrentarse a dos partidos muy diferentes. En el primero de
ellos, una reedición de la final del año anterior ante el CSKA de Moscú,
principal favorito, el equipo salió con un plan de partido más que claro. El
objetivo era maniatar el juego ofensivo de los estiletes de Ettore Messina y no
permitir canastas fáciles, ya que la gran envergadura de la plantilla rusa no
iba permitir grandes espacios que dejaran anotar a los griegos. Con una gran
resistencia física para plantar cara a la diferencia de centímetros y una gran
agresividad en busca del balón, Olympiacos consiguió dominar durante todo el
partido, tomando ventaja desde el primer cuarto y haciéndola crecer en cada
nuevo parcial. Ni un inoperante Milos Teodosic ni Nenad Krstic ni Victor
Khryapa, que mejoró sus estadísticas al final, conseguían hacer su juego y
solamente Sasha Kaun y Sonny Weems lucían un nivel similar al que se exige en
una Final Four. En el bando griego, el trabajo impagable del ‘bajito’ Kyle
Hines, que se hizo con 10 rebotes y luchó contra todos los interiores del
cuadro ruso, la intensidad de Stratos Perperoglou, cierta efectividad de Pero
Antic y algunos ramalazos de la única estrella ateniense, Vasilis Spanoulis. No
hizo falta más para llevarse el partido y dejar a la plantilla más deslumbrante
de Europa en unos sonrojantes 52 puntos.
El partido definitivo sería contra el Real Madrid, el
segundo favorito de la competición, que venía de jugar un partido intenso y
trabajado contra el FC Barcelona. El Barça comenzó muy serio, con un buen
planteamiento defensivo, tomando una cierta ventaja en el marcador que se
vieron contrarrestadas por un festival ofensivo de los madridistas en el
segundo cuarto. Nueva alternativa en el marcador tras el descanso, con los
blaugrana minimizando el poder ofensivo de los blancos. Sin embargo, no fue
suficiente, de modo que el Real Madrid pudo recuperarse en los últimos minutos
antes un Barcelona exhausto y con un mermado juego interior. Ante el deficiente
estado físico de Nathan Jawai y C. J. Wallace, Ante Tomic tuvo que
multiplicarse en ambos lados de la pista, mientras que Marcelino Huertas y, en
ocasiones, Joe Ingles tuvieron que asumir el liderazgo en ataque ante la buena
defensa blanca sobre Juan Carlos Navarro. Los madridistas, por su parte,
sobrevivieron gracias a rachas de buen juego y efectividad anotadora, primero
de Rudy Fernández y Sergio Llull, y finalmente del luchar Felipe Reyes y de
Sergio Rodríguez, sin duda el líder del equipo y el jugador más creativo en sus
minutos en cancha, uniendo a sus destellos de calidad individual y a su
espectacular visión de juego, una mejorada capacidad defensiva.
La inercia positiva del Real Madrid le duró un cuarto en la
final. Un primer parcial de ensueño en el que anotaron 27 puntos con muy pocos
fallos en el tiro y sometieron a un Olympiacos reservón, que inició su
participación en el partido ya en el segundo cuarto, con 17 puntos de
desventaja. A partir de entonces, un partido a campo abierto en el que los
griegos volvieron a recurrir a su receta de agresividad y solidaridad
defensiva, con una gran intensidad en la búsqueda del balón, ya fuera en las
líneas de pase o bajo los tableros. De este modo, el cuadro rojiblanco
consiguió reconducir el resultado antes del descanso gracias a una buena
circulación de balón, tiros cómodos y penetraciones de Acie Law, con Pero
Antic, Perperoglou y Hines como principales beneficiarios del buen trabajo
táctico del ataque de los pupilos de Giorgios Bartzokas. Y en el tercer cuarto
llegó la esperada aparición de Spanoulis, desacertado en el primer tiempo, que
anotó tres triples consecutivos para dar las primeras ventajas a los griegos.
El periodo definitivo se saldó claramente a favor de los griegos, muy intensos
en defensa, a pesar de lo cual el Real Madrid consiguió 27 puntos gracias a
ataques rápidos y faltas forzadas que terminaron en la línea de tiros libres, y
muy acertados de cara al aro, con una anotación total de 39 en esos diez
minutos.
El legado de Ivkovic
Con esta impresionante victoria, remontando una desventaja
de 17 puntos y llegando al centenar al final del partido, Olympiakos presenta
su candidatura a equipo de leyenda en el panorama europeo. Y lo hace gracias a
un carácter ganador y una competitividad que su anterior entrenador, el ‘viejo
zorro’ Dusan Ivkovic, imprimió en su plantilla y que Bartzokas ha sabido
mantener. Y es que el cuadro griego, fuertemente aquejado por los problemas
económicos que vive su país, confeccionó la pasada temporada un equipo de
retales, manteniendo a Spanoulis como estrella y rodeándolo de jugadores de la
casa, como los jóvenes Evangelos Mantzaris, Kostas Sloukas y Kostas Papanikolau;
algunas viejas adquisiciones que vieron revitalizado su peso en el equipo, como
Marko Keselj, y la incorporación de jugadores sin contrato y rebotados de otros
equipos como Joey Dorsey, Pero Antic, Giorgios Printezis o Lazaros Papadopoulos.
El carácter motivador de Ivkovic hizo que el equipo fuera quemando etapas y
creyendo en sus posibilidades hasta plantarse como la sorpresa de la Final Four
de 2012, donde doblegó a dos de los favoritos, Barça y CSKA de Moscú, gracias a
la intensidad y la agresividad de su defensa.
La receta se ha vuelto a repetir este año, nuevamente
obligado por las circunstancias económicas, incorporando a Giorgi Shermadini,
que salió rebotado del Maccabi de Tel Aviv mediada la temporada, el joven
Dimitris Katsivelis y, como refuerzo de lujo robado al eterno rival de la
capital helena, Perperoglou. Si la estrategia ha sido la misma, el resultado
también, aunque ahora sea menos sorprendente por conocido.
Tpdas las estadísticas, vídeos y fotografías de la Final Four en http://www.euroleague.net/
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