lunes, 27 de enero de 2014

La 'batalla' de Málaga

Después de 17 partidos, los ocho mejores equipos de la competición doméstica más igualada de Europa, la Liga ACB, se medirán en una de las citas tradicionales del baloncesto nacional. Al margen de los resultados de récord del Real Madrid, claro favorito para llevarse la competición la haber vencido a todos los demás contendientes en sus duelos ligueros, esta edición de la Copa del Rey, que se celebrará en Málaga entre el 6 y el 9 de febrero, destaca por la presencia por primera vez en la historia de dos equipos canarios, siendo además la única comunidad autónoma que aporta más de un participante (a pesar de la gran tradición baloncestística de Cataluña y, en menor medida, País Vasco), por la clasificación en el último momento del Baskonia, campeón en seis ocasiones de este trofeo en los últimos 20 años, y la imposibilidad de repetir la final de la última edición, Barça-Valencia, ya que se cruzarían en semifinales.

El Real Madrid (7-0 en los enfrentamientos directos entre los equipos de Copa) es claro favorito, si bien podría tener que doblegar a dos de los equipos que más problemas le plantearon en sus partidos de la liga regular para plantarse en la final. Primero vendrá el Gran Canaria (3-4), al que derrotó por 5 puntos en las Islas. Por su parte, en semifinales podría cruzarse con el CAI (1-6), al que solamente derrotó por 7 puntos con el más habitual de lo deseable show arbitral (también llamado cambio de criterio) tras el descenso, o al Unicaja, que ejerce de anfitrión pero que dio una imagen manifiestamente mejorable en el Palacio de los Deportes en la última jornada de la primera vuelta, perdiendo de 21 puntos ante el líder invicto. El duelo entre los anfitriones, deseosos de dar buena imagen en casa y de reverdecer laureles, y los zaragozanos, club que va quemando etapas a pasos agigantados después de su refundación hace algo más de una década, puede ser uno de los más reñidos, si bien los maños ya han conseguido llevarse una victoria por 9 puntos del Martín Carpena esta temporada.

El Valencia Basket (5-2), que ya llegó al partido definitivo en la pasada edición, podría intentar dar la campanada, si bien el camino no es nada fácil. El primer escollo será el Baskonia (3-4), que ha mejorado ostensiblemente su juego y sus capacidades desde el titubeante inicio de temporada, un camino similar al del pasado año para el Barça, que finalmente se alzó campeón. El precedente es un igualado partido en Vitoria que se llevaron los taronja por un punto, por lo que, a pesar de su clasificación definitiva en la última jornada, los vascos intentarán reivindicar la mejoría experimentada en los últimos partidos.

En semifinales, esperará seguramente el Barça, que se empareja con el último en llegar al club de la Copa, el Canarias. El juego de los canarios es alegre y bastante efectivo, si bien están sufriendo en algunas fases de los partidos la ausencia de algún líder en ataque, papel que deberían repartirse Levi Rost, Blagota Sekulic, Nico Richotti y Saúl Blanco, y el consiguiente atasco anotador. Los barcelonistas, por su parte, han ido consolidando su juego con el paso de los meses y, a pesar de algunas carencias y pérdidas de concentración e intensidad, son capaces de sacar adelante los partidos con bastante solvencia. Los precedentes de cara a semifinales son de lo más variado, ya que mientras el Tenerife ha ganado a Baskonia y perdido contra Valencia, el Barça sucumbió a los vitorianos y consiguió ganar de un punto a los toronja.

jueves, 16 de enero de 2014

Un hombre, una jugada

Muchos son los jugadores que, después de muchos años de carrera, son recordados por sus buenos números en una única temporada, su actuación decisiva en un partido o, en más casos de los que uno pudiera pensar, por una única jugada, un movimiento acertado en el momento más álgido de la temporada. El semigancho de Printezis en la Final Four de 2012 o el triple de John Paxson en el sexto partido de la Finales de 1993 son buenos ejemplos de cómo un jugador sin la aureola de estrella toma el protagonismo en los momentos más calientes y queda inscrito para siempre en la historia del baloncesto o de un determinado equipo.

Una de las cunas más importantes del deporte de la pelota gorda en España, el Joventut de Badalona, ha tenido decenas de héroes a lo largo de sus 80 años de vida. Sin embargo, el extranjero que más ha calado en la hinchada verdinegra se ganó su ascenso a los cielos de la Penya precisamente por estar acertado en el momento indicado. Cornelius Allen “Corny” Thompson siempre fue un gran profesional y un tipo integrado en la vida del Joventut, pero hizo falta un lance definitivo del juego para que el club llegara al máximo clímax de su historia deportiva y el orondo ala-pívot se convirtiera para los restos en el único en quedar inscrito en los páginas más gloriosas del club y de su siempre mitómana afición. Y eso ocurrió hace 20 años.

Buscando un lugar
Mucho antes de que historia verdinegra se viera alterada para siempre por este orondo pívot de 202 centíemtros, Thompson era un prometedor jugador de instituto en la pequeña ciudad de Middletown, en Connecticut, que dominaba con cierta solvencia el campeonato local, lo que le valió una beca de estudios en la universidad local, la UConn, donde también fue el líder de los Huskies. A pesar de ello, y de unos movimientos bastante dignos en el poste bajo y un mano más que aceptable, su estatura no le hizo del todo apetecible para las franquicias NBA, por lo que tuvo que esperar hasta la tercera ronda del draft de 1982, el de James Worthy y Dominique Wilkins, para ser seleccionado por los Dallas Mavericks en el puesto 50.

Al haber recalado en un equipo de creciente creación y con dos temporadas poco menos que desastrosas, Corny pudo dar el salto al profesionalismo, si bien no contó con muchos minutos, por su escaso cartel y por su difícil adaptación a los puestos interiores, ya fuera por su escasa estatura o por su movilidad no excesivamente rápida. Así, su paso por el equipo texano se saldó con 44 partidos disputados con medias de cerca de 3 puntos y 3 rebotes en una decena de minutos de juego. Podría haber seguido deambulando por banquillos de todo Estados Unidos durante más de una década para vivir una carrera sin pena ni gloria, pero quiso la fortuna, mala en principio aunque gloriosa a la postre, que, antes de iniciar su segunda temporada en la NBA, Thompson sufriera una importante lesión de rodilla que hizo temer por la continuidad de su carrera. Aunque el pronóstico finalmente fue algo más favorable, los Mavericks le eliminaron de la plantilla para no esperar su recuperación y previendo una pérdida de potencia de sus capacidades físicas, ya de por si poco exuberantes. Más de medio año después, Corny volvió a las pistas, aunque en la ‘segunda división’ estadounidense, la CBA, donde cuajó buenas actuaciones en los Detroit Spirits, con más de 15 puntos y 10 rebotes de promedio.

Estrella en Europa
Con las puertas de la NBA prácticamente cerradas para siempre, sus buenas actuaciones en el obligado exilio en esta competición le abrieron las puertas de la mejor opción para los jugadores norteamericanos que no tenían cabida en la NBA, ya fuera por cuestiones físicas, técnicas o disciplinarias. Y así recaló en Europa, en uno de los baloncestos más competitivos y poderosos en lo económico de la década de los 80, la Lega italiana. El destino fue uno de los históricos del pallacanestro, el Varese, donde coincidió a lo largo de seis temporadas con otros interiores de cierto renombre internacional, como los propestos NBA Mark Acres y Larry Micheaux o el ídolo nacional Stefano Rusconi. Con actuaciones que frecuentemente superaban los 20 puntos y los 10 rebotes, Corny consiguió hacerse imprescindible en el equipo de Varese y aplacar las dudas sobre su rendimiento tras la lesión. Puede que, con 2,02 y un físico orondo, no pareciera un jugador determinante en la pintura, pero su bueno juego de pies y una muñeca que le permitía alejarse del aro propiciaron que se convirtiera en una estrella europea.

En este ínterin, el Joventut intentó entrar en la vida de Corny en varias ocasiones, si bien su elevado caché, el correspondiente a un interior estadounidense que promediaba esos números, y cierta indecisión por parte de la directiva verdinegra, tanto en lo que a la decisión de dar el paso definitivo como sobre las cuestiones económicas, no permiten culminar el fichaje, trayendo a Badalona a otros refuerzos de menor cartel como Joe Meruweather, Earl Jones o Mike Schultz. Mientras tanto, Thompson sigue en su línea, si bien no consigue llevar a su equipo a ningún título, sino solamente a varias finales de la Lega (1990), la Copa de Italia (1985 y 1988) y la Copa Korac (1985).

Éxito verdinegro
En la temporada 1990/91, la cosa cambió. El Joventut de Badalona por fin había logrado un título, la Copa Korac, después de deambular por todo tipo de finales. El dinero del banco Banesto, a través del centro comercial Montigalà, llegó al club verdinegro, unido a la mala noticia de la bajada del rendimiento de Reggie Johnson, principal baluarte interior del club en los últimos años, por lo que tocaba rastrear el mercado en busca de un buen sustituto y rascarse el bolsillo para no bajar el nivel de la plantilla era obligatorio. Así llegaron al equipos dos de los extranjeros más recordados de su historia, el atlético alero Harold Pressley, campeón de la NCAA con Villanova y suplente consolidado en los Sacramento Kings de la NBA, y el deseado Corny. Junto con hombres de la casa como Jordi Villacampa, los hermanos Jofresa o Juanan Morales, la Penya de Lolo Sainz ya tenía equipo más que suficiente para competir con los futboleros.

A pesar de las buenas perspectivas que daban sus números y sus referencias en Italia, las primeras reacciones de la afición y la directiva del Joventut no fueron demasiado optimistas. Se criticaba su lentitud y su reducida movilidad, así como una tendencia preocupante a alejarse del aro, por detrás de la línea de 3, en muchos lances del partido. Sin embargo, su profesionalidad, su buen talante y unos movimientos inteligentes en el poste bajo hicieron pronto entrar en razón a la familia verdinegra. Además, con la presencia en el equipo de cañoneros como Villacampa y Pressley y jugadores perfectamente capaces de generar puntos, como Morales, Ferrán Martínez o los Jofresa, su peso en ataque no era tan grande como en la etapa italiana. Con estos mimbres, y con una aportación de 13,8 puntos y 7,6 rebotes por noche de Thompson, el Joventut firma un inicio arrollador con 13 victorias seguidas, si bien tiene un cierto bajón de forma a mitad de temporada que le apea de la Copa Korac en semifinales. El equipo se recuperó para el tramo final de temporada, llegando a los playoffs en buena forma. Quemando etapas, y con Corny ampliando sus prestaciones hasta 16 puntos y 9,8 rebotes, la Penya se planta en la final frente al Barça, otrora bestia negra, pero que esta vez sucumbe en cuatro partidos, dos ganados brillantemente por los verdinegros en casa, uno para los balugrana llevado hasta la emoción extrema del último segundo y el último culminado con un robo y un contraataque de Tomás Jofresa a escasos segundo del final.

Los demonios del Joventut se iban despejando gracias a la confección de una ilusionante plantilla, a la que se incorporaba otro querido foráneo verdinegro, Mike Smith. A pesar de ello, las sensaciones al principio de la siguiente temporada son contrapuestas: tres derrotas en liga, debut arrollador en la Liga Europea (anteriormente Copa de Europa, posteriormente Euroliga) con 8 victorias y competencia hasta el último segundo en el partido de exhibición ante Los Angeles Lakers subcampeones de la NBA en el Open McDonalds de París. La afición verdinegra estaba ilusionada con su equipo, aunque otro bajón mediada la temporada empezó a hacer temer por el resultado final curso. Thompson, ya conocido como “papi” o, incluso, “el abuelo” entre los seguidores, mantuvo su nivel con 13,6 puntos y 9,8 rebotes para llegar con opciones en todas las competiciones. De hecho, contra todo pronóstico, la Penya y el Estudiantes se cuelan en la Final Four de Estambul. Si los colegiales no fueron capaces de competir en tan deslumbrante escenario, la Penya sí se las ingenió para calarse en la final, si bien los irreductibles partisanos de Belgrado (y de Fuenlabrada) dirigidos por un neófito Zeljko Obradovic se llevaron un partido poco brillante decidido por una de esas jugadas que quedan para siempre en la retina, el triple en escorzo de Shasha Djordjevic. El sabor se tornó agridulce en la temporada gracias a un nuevo triunfo doméstico, esta vez contra el Real Madrid y tras cinco partidos extenuantes que dejan la rodilla de Thompson bastante maltrecha.

La racha se va frenando
Dos exitosos años para la Penya y para Corny. Sin embargo, tras pasarse los efectos de la locura olímpica generada en toda España, los patrocinadores se retiran y/o rebajan sus aportaciones. A pesar de ello, el Joventut consigue mantener gran parte de su estructura, algo que a Thompson le cuesta cada vez más, bajando su aportación a 9 puntos y 6,8 puntos. La Liga Europea se escapa bastante pronto y las competiciones domésticas cada vez se encaran con mayor dificultad, sobre todo teniendo en cuenta la incorporación al Real Madrid de Arvydas Sabonis. A pesar de ello, se repite la presencia en la final de la Liga, al igual que en la de la Copa del Rey, aunque ambos títulos van a parar a las vitrinas blancas.

Las apreturas económicas, la pujanza de los futboleros y el envejecimiento de la plantilla no eran buenas circunstancias para iniciar una nueva temporada. A pesar de ello, el Joventut hizo una maniobra de prestigio en el mercado y contrató a Zeljko Obradovic, joven entrenador pero con el suficiente carisma y éxito como para intentar guiar la nave verdinegra. Harold Pressley ya había salido del equipo y Corny se mantuvo en el plantel ya que le restaban dos años de contrato y el club no quería afrontar los gastos que suponía su despido, a pesar de que el rendimiento había bajado. La conexión con la granda no fue muy buena, debido a que Obradovic ralentizó el juego verdingro, buscando minimizar sus errores y sacar partido de jugadores experimentados, pero las victorias iban llegando. Sin el brillo ni la superioridad del pasado, pero llegaban. Así, sin hacer ruido, el Joventut se cuela en los cuartos de final de la Liga Europea, aunque toda parece indicar que el Real Madrid de Sabonis y Joe Arlaukas, el equipo más en forma de la competición continental y nacional, podrá deshacerse con facilidad de los verdinegros. Sin embargo, la Penya aprovecha sus bazas y consigue llevar la serie al tercer partido, en el que Corny, consciente de lo que supone, saca su mejor versión y olvida sus problemas de rodilla para dar una lección de juego al poste bajo a un jugador más joven y con un físico y una técnica a priori superiores. Victoria inesperada sobre el papel y viaje a Tel Aviv asegurado.

Un premio inesperado a una temporada bastante medriocre, sobre todo analizando los años anteriores. Quizás por ello, el Joventut podía permitirse viajar hasta Israel sin tantas presiones como el Barça de Aíto García Reneses o los dos aspirantes griegos, Olympiakos y Panathinaikos. En las semifinales, los verdinegros jugaron con gran fluidez, sobre todo en el segundo tiempo, gracias al acierto en el tiro exterior que se impuso a la defensa blaugrana con 14 puntos de diferencia final. El partido entre los vecinos atenienses se lo llevaron los rojos en un ‘combate a los puntos’.

Una cita con la historia
El día había llegado. 21 de abril de 1994. La Mano de Elías de Tel Aviv. El partido es lento, porque Obradovic así lo quiere, y el entrenador rival, Iannis Ioannidis, tampoco le quitaba la razón. A pesar de ello, se llega al descanso con empate a 39 gracias a la buena mano de los interiores verdinegros, que se salían de la zona para no tener que vérselas con el poderío físico de Roy Tarpley, Panagiotis Fassoulas, Giorgios Sigalas y Zarko Paspalj. El segundo tiempo, mucho más lento y, además, con mucho menos acierto. A falta de 7 minutos, la ventaja para los griegos era de 5 puntos. Cuatro minutos después, el marcador apenas se había movido: +4 para el Olympiakos. Con 57-53, Paspalj falla dos tiros libres, aunque el Joventut no consigue anotar en un enrevesado ataque de más de 25 segundos. De nuevo en la otra canasta, la defensa asfixiante sobre las líneas de pase hace que Tarpley no pueda coger un pase. Posesión para la Penya, que vuelve a mover y mover el balón hasta que, por fin, llega a Villacampa, que anota un triple que aprieta aún más el marcador. En el ataque griego, la pelota es amasada por Milan Tomic hasta que consigue conectar con Fassoulas, que no es capaz de imponer su superioridad en altura y falla a escasos centímetros de la canasta.

Nuevamente, el Joventut no tiene muy claro que hacer con la bola, que viaja de mano en mano con Mike Smith como único jugador que busca la canasta. Casi se acaba la posesión, pero Ferrán consigue lanzar un triple. Fallo, pero rebote de Villacampa. Otra circulación sin ideas de balón, que acaba nuevamente en manos del pívot, esta vez en la zona, que vuelve a fallar, aunque Mike Smith coge el rebote. 35 segundos y la zona parece tapiada y la canasta tiene una tapa puesta. El balón vuelve a volar entre las manos de los verdinegros, aunque Smith decide coger el toro por los cuernos.

Y llega la jugada definitiva. El alero norteamericano ntenta zafarse de su par tras un bloqueo de Corny, pero los dos marcadores se van con él y tiene que sacar el balón a Rafa Jofresa. El base canterazo mira a su izquierda, donde ve al orondo pívot de Connecticut que no se había movido tras el bloqueo anterior. Recibe y, sin mover los pies, lanza, sin más oposición que la lejana llegada de Tarpley. (En mis recuerdos de niño, ruge Quedan 12 segundos. Dos puntos arriba.

El resto es historia. Una falta de Mike Smith intentando robar el balón a Paspalj a 4,8 segundos del final. El fallo, uno más, desde la línea del corpulento pero poco aplicado alero yugoslavo. El rocambolesco rebote en ataque. El reloj que no se pone en marcha. Un nuevo fallo a escasos metros de la canasta del Olympiakos. Y la cita con la gloria de uno de los clubes imprescindibles en la historia del baloncesto nacional.

Después de la gloria
La carrera de Corny Thompson ya había empezado un lento declive en la Penya, por lo que, a pesar del ser el héroe de aquella final, el Joventut prescidió de sus servicios y el pívot decidió exprimir el poco baloncesto que le quedaba sus rodillas un par de temporadas más en el Baloncesto León, equipo de la ACB que, por tanto, le permitió regresar a Badalona al menos una vez al año para recibir el cariño de aquellos que, un día de primavera, fueron un poco más felices gracias a un pequeño giro de muñeca, y del destino.